Argentina vence a Francia en los penaltis y gana el Mundial por tercera vez

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Argentina vence a Francia en los penaltis y gana el Mundial por tercera vez
Argentina vence a Francia en los penaltis y gana el Mundial por tercera vez

Argentina vence a Francia en los penaltis y gana el Mundial por tercera vez

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La final de la Copa del Mundo “para la eternidad” descendió a la locura, y luego a lo que quizá sea el mejor partido jamás jugado, en torno a las 19:40 horas del domingo aquí, en el estadio Lusail, con los sueños argentinos cristalizándose y luego, de repente, en 96 segundos, paralizándose.

Argentina campeon

Se hicieron realidad en una noche de locura y dramatismo de infarto, de Lionel Messi y Kylian Mbappé. Se hicieron realidad por y para Messi, y para el guardameta argentino Emi Martínez, y para una nación de 46 millones de habitantes que estalló en celebraciones únicas en su generación.

Pero sólo después de que Mbappé hiciera añicos esos sueños en dos ocasiones. Sólo después de que una ventaja de 2-0 se convirtiera en 2-2, y de que el 3-2 se convirtiera en 3-3. Un alocado viaje emocional llevó la final a los penales, donde Martínez volvió a estar a la altura de las circunstancias.

El guardameta, apodado “Dibu”, se lanzó a la derecha para rechazar el segundo lanzamiento de Kingsley Coman para Francia, después de que Messi y Mbappé transformasen. Se paseó por el área y levantó el puño. A continuación, se contoneó después de que su enorme envergadura obligara a Aurelien Tchouameni, el siguiente lanzador de Francia, a desviar su penalti.

Gonzalo Montiel, defensa suplente, completó la perfección argentina en la tanda de penales e hizo delirar a los aficionados argentinos situados detrás de una portería. Messi cayó de rodillas. Sus compañeros lo envolvieron. Lo había conseguido. Por fin, él y Argentina lo habían conseguido.

Durante casi una hora, la final del domingo había sido una coronación, una coronación de Messi como el mejor jugador de la historia en su último partido de la Copa Mundial, y de Argentina como los reyes de Qatar. Se adelantaron por mediación de Messi, de penalti, en el minuto 23. Doblaron su ventaja con un gol magistral. Los argentinos doblaron su ventaja con una obra maestra, siete toques a través de seis jugadores y un par de fulgurantes carreras de 50 metros. Ángel Di María puso la guinda a un contraataque de categoría mundial y a una primera parte dominante.

Y a partir de ahí, Argentina mantuvo el control. Los sudamericanos se sentían extrañamente cómodos. Dominaban el juego desde el centro del campo. Sus aficionados rugían con pasión y aprobación. A 8.000 millas de distancia, en Buenos Aires, la esperanza y la fe se fueron convirtiendo poco a poco en celebración.

Pero entonces, cuando el reloj se acercaba a los 80 minutos, llegó Francia y el desastre. Marcus Thuram, que había entrado como suplente en la primera parte con los franceses titubeantes y agitados, se puso a la espalda de la defensa argentina y ganó un penal. Mbappé esperó pacientemente mientras el balón flotaba en el aire, al borde del punto de penalti. Giró las caderas y batió a Martínez. El banquillo francés se desparramó por todo el campo, persiguiendo eufórico a Mbappé. Miles de aficionados argentinos permanecían inmóviles, con las manos en la cabeza, desesperados.