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La aversión hacia los «gringos» (OPINION)

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EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York.

Prefacio

Antes de hacer extensiva esta modesta entrega a los amables lectores, quiero referirme al término «gringo» que forma parte del título de este artículo, por ser una acepción muy popular en el hablar mundial, y sobre todo, en el mundo hispano, con cierto ribete político. La izquierda revolucionaria, en cierta forma, lo  utiliza como un emblema de propaganda ideológica con un sesgo de «estigma o rechazo» en gran medida hacia los soldados norteamericanos, agencias estadounidenses y a los propios ciudadanos de los Estados Unidos.

Hay términos, cuya etimología se hacen de uso común en el hablar popular, pero que carecen de sustento y en la mayoría de los casos, se ignoran de dónde provienen y lo que realmente significan, lo cual, resulta contrario a lo que generalmente se cree. Este es el caso de la palabra «gringo» y que yo he utilizado, pero con la salvedad de exponer su origen y su significado real.

No es de México y su mito de «Green go home», fruto de la intervención estadounidense en esa nación (1846-48). Tampoco de la canción «Green grow the liclacs» que entonaban los soldados en el campo de batalla. Lo cierto es que la palabra «gringo» apareció en un diccionario en Málaga, España, en 1787, once años después de la independencia de las 13 colonias del Reino Unido de Gran Bretaña, el 4 de julio de 1776, que dio paso a lo que es hoy los Estados Unidos de Norteamérica.

El referido diccionario se refiere al término así (cito): «Gringos, llaman en Málaga a los extranjeros, que tienen cierta especie de acento, que los priva de una locución fácil, y natural castellana; y en Madrid dan el mismo y por la misma causa con particularidad a los irlandeses». (cierro cita) Al continente americano el término llegó un siglo después y los obreros llamaban así, a los extranjeros cuyo habla difiere del castellano. Explicado esto, lo he utilizado por la percepción popular que se tiene, con la salvedad de que la connotación con la que se conoce es incorrecta. Explicado esto, paso al desarrollo del tema.

El odio a los norteamericanos

En otras entregas mías a este diario digital y otros que se han hecho ecos de las mismas, he manifestado que el socialismo izquierdista y sus más connotados líderes, siempre han manifestado un odio visceral hacia todo lo que representa los Estados Unidos. Y no es solo por ser la cara visible del capitalismo como patrón económico generador de riquezas, sino por ser lo opuesto al socialismo marxista, por el cual ellos abogan para los demás, pero no para ellos.

Y es que, ellos aprecian y valoran en sus vidas privadas, los dólares, la dolce vita, los lujos, el buen vestir y el confort, que son frutos del sistema capitalistas. Pero, al mismo tiempo,  asumen públicamente en poses de fariseos frente a los pueblos, el rechazo al mismo para hacerse los graciosos y aparentar igualdad socioeconómica de cara al pueblo.

A mi entender, la verdadera y la más poderosa razón política para ese odio histérico, radica en que la patria de John Quincy Adams, históricamente, ha sido el muro de contención más poderoso que han tenido las ideas protervas y utópicas de Friedrich Engels Marice y Karl Heinrich Marx Pressburg, las cuales fueron llevadas a la praxis en la Rusia post zarista de 1917, por Vladimir IIyich Uliánov Blank, (Lenin) el demonio encarnado con figura humana.

La propaganda izquierdista, experta en mentir y deformar la realidad de las cosas, han popularizado la idea errónea de que, las naciones desarrolladas y, sobre todo, los Estados Unidos, se han enriquecido a costa de la explotación de las naciones subdesarrolladas. Es por eso que, el brillante escritor y antropólogo social, Carlos Granés, (n. Bogotá, 1975), en su libro, «Delirio americano» , dice que este sofisma político se inicia en 1898, cuando España en derrotada en Cuba y sostiene que Latinoamérica no entrará al siglo XXI hasta que no se supere esa falsa tara política convertida en obsesión.

Veamos a través de los hechos tangibles, si ese criterio y propaganda socialista sin fundamento alguno, se acomoda con la realidad inscrita en la historia y que es superior a las mentiras mediáticas hechas al mejor estilo de Paul Joseph Göbbels Odenhausen, quien fuera ministro para la ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich en la Alemania nazis de Adolf Hitler Pölzl.

Los que no odiaron a los gringos»

Estados Unidos de Norteamérica, pasó a ser la primera potencial mundial desde el 1917, cuando las garras del comunismo hizo su aparición en la Rusia post zarista. Más luego, con mayor ahínco y esplendor, cuando se convirtió en el banquero de Europa y, con el boom económico que le trajo la Segunda Guerra Mundial (1939-45), en la cual participó de manera involuntaria cuando Pearl Harbor, fue bombardeado por el Imperio del Sol Naciente, (Japón) y, acelerando el final de la misma cuando lanzó la primera bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, el 6 de agosto de 1945.

Como dije en el prefacio, esta animadversión hacia la Unión Americana, tuvo la génesis en 1898, continuó a todo lo largo de la Primera y Segunda Guerra Mundial, prosiguió en la llamada «Guerra Fría» y, se intensificó, con la caída del Muro de Berlín (1989) y el desmoronamiento de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, (URSS) en el (1990-91), donde los Estados Unidos, con el presidente Ronald Wilson Reagan a la cabeza, le ganó la guerra política, militar y económica a la Unión Soviética y al Pacto de Varsovia.

Posterior a todo esto, ¿qué pasó con las naciones que pudieron superar esta errada aversión hacia los Estados Unidos? Ahí está el detalle, como reza el título de la película protagonizada por Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, alias (Cantinflas). Esto es lo interesante, que el liderazgo izquierdista no asimila y pretende que los demás lo ignoren. Veamos…

Los alemanes, después de ser derrotados dos veces en guerras mundiales, se unieron a los norteamericanos y fue ahí, que se produjo el llamado «milagro económico alemán», bajo la inspiración de Konrad Hermann Joseph Adenauer y los norteamericanos, forjando la Unión Europea, las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, (FMI).

Luego los japoneses, que combatieron a los norteamericanos y recibieron de ellos las dos primeras bombas atómicas que conoció la humanidad, para forzarlos a la rendición incondicional, se unieron como socios e inversionistas  y surgió el milagro económico japonés, convirtiéndolos en una potencia económica y desarrollada hoy en día.

Así le llegó el turno a los coreanos, cuando en su territorio se fraguó una guerra civil en la que fueron partícipes las grandes potencias. Los del sur se quedaron bajo la protección de los Estados Unidos y los del norte con Rusia y China Popular. Siete décadas después, los del norte solo generan cohetes, armas y mucha miseria. Los del sur, ya son una potencia económica y forman parte de los llamados «cuatro tígueres asiáticos».

Y, para finalizar, le llegó el turno a la China Popular, la del líder más genocida que ha conocido la historia al asesinar a unos 78 millones de sus propios compatriotas: Mao Tse Tung. Uno de sus sucesores, Dean Xiaoping, al parecer meditó y, viendo que Mao  había llevado a la China al camino de ser una nación rural, cambió del modelo socialista y abrió a la nación al mercado capitalista y al libre comercio. Él pudo discernir  y pensar que, si a los alemanes, japoneses y los coreanos del sur, les fue óptimo aliarse con los norteamericanos, los chinos tenían que seguir la misma senda. Lo demás ya es historia.

A partir de la década de los 80, China Popular se abrió al capitalismo productivo y generador de riquezas, asimilando el capital, el desarrollo  tecnológico, los mercados norteamericanos, japoneses, europeos y, sacaron a la China comunista de la pobreza. Obviamente, contando con la iniciativa y el trabajo de China para ello. Vale la pena preguntar, ¿alguna de esas naciones perdió su soberanía e integridad al asociarse con los Estados Unidos? Es obvio que no.

Eso mismo le pasó a Rusia que, después de la disolución de la Unión Soviética, recibió la mano amiga del mundo occidental con los Estados Unidos a la cabeza. En cambio, Corea del Norte, Cuba y su hija putativa, Venezuela, han seguido trillando el camino del socialismo económico, obsoleto, improductivo, utópico, y sus miserias son cada día más evidentes, llevando hambre y desilusión a esas naciones.

Es por eso que, hace tiempo, lancé la interrogante a los amables lectores, que me demuestren, ¿qué nación en el mundo, ha obtenido el desarrollo y alcanzado la prosperidad económica, teniendo como modelo y generador de riqueza el socialismo económico propuesto por Marx y Engels? Hasta le fecha, ningún apologista de esa malsana doctrina ha podido responderme. Sigo esperando.

Cuando trato en mis modestas aportaciones, de la perversidad e inútil doctrina llena de odio, pobreza y atraso económico como lo es el socialismo populista, me viene a la mente la frase que una vez dijera Sir Winston Leonard Spencer Churchill, y con la cual me identifico , cuando manifestó:

«No odio a los comunistas por su tonto sistema económico y su absurda doctrina de una igualdad imposible. Los odio por el terrorismo sangriento y devastador que practican en cada tierra que arruinan, solo mediante el cual su regimen criminal puede mantenerse».

jpm-am