Cuando algo luce demasiado bueno para ser verdad, generalmente, es porque termina siendo muy malo. Si en una esquina te ofrecen un lingote de oro por RD$10 mil, probablemente, estás siendo víctima de una estafa.
Y algo parecido sucede con los esquemas piramidales, o Ponzi, como dirían nuestros amigos de habla inglesa, que ofrecen retornos exagerados por una inversión.
Si el sistema financiero formal garantiza retornos de entre un 5 y un 15 % anuales por su inversión, ¿cómo cree usted que es posible que en la informalidad le ofrezcan retornos de entre un 30 a un 100 por ciento mensual?
En buen dominicano, los números no dan, y es lo que estamos viendo con el esquema reportado por Diario Libre en Sábana Grande de Boyá, donde un individuo apodado “Mantequilla” ofrece villas y castillas a sus “inversionistas”.
Las autoridades financieras alegan que no tienen mecanismos para regular esta práctica, mientras no se deje de pagar y se incurra en fraude.
Pero no deberíamos esperar a que se estafe a incautos para supervisar operaciones monetarias que, a simple vista, “no cuadran” y que pueden terminar siendo un gran timo.
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