¿Qué es el éxito?

0
115
¿que-es-el-exito?
71715 que es el exito

En el parqueo soterrado de la torre reposa un BMW M8 Competition, color azul Oxford, de silueta tentadora, con tracción cuatro por cuatro, suspensión electrónica y una dotación exclusiva de equipamiento. A su lado, la impecable motocicleta de las corridas sabatinas: una BMWR 1250 RS, armada con un rugiente motor Boxer. 

Arriba, y en el piso 21, se alza un penthouse de diseño vanguardista, terminación minimalista y ambientación zen. Al frente, mirando al Caribe, la vista de Santo Domingo, que con el ocaso invernal empieza a bostezar su última rutina de luz. En el cuarto de música se alza una pared color café donde cuelga la serie temática de obras, y no de arte: es la colección de títulos académicos, en la que sobresalen los de al menos dos universidades americanas. ¿Y qué decir de la biblioteca lindante? Con textos para suplir la lectura de los próximos diez años. Unos todavía con la estampa de los precios; otros… plastificados. 

Sobre la credencia, donde descansan dos pequeñas esculturas abstractas, se ordenan, en forma de abanico, tres ejemplares de la revista M con la foto del dueño del lujoso apartamento. La portada es una crónica visual de fina prestancia, barnizada por los filtros digitales. En ella se lee: “Jóvenes de influencia y poder”. Lo admirable es que su protagonista se cree la ilusión mercadológica, convencido de compartir las mismas alturas extáticas de quien reside en la W8 Kensington Palace Gardens, London; en la Quai d’ Orléans, frente al Sena, en París; o en la 212 Quinta Avenida, con horizonte al Madison Square Park, Manhattan, New York. 

Muchos de esos exitosos habitan en la burbuja del american way of life, la parodia caribeña del buen vivir americano, esa que, como paradigma del éxito burgués, tanto excita a nuestra clase media urbana. Se trata de un estatus conseguido por legado familiar, por duros empeños personales o por la rápida rotación social en una economía de oscuras sumersiones. 

Y no es que no se merezcan las retribuciones a los esfuerzos individuales; el problema nace cuando la sociedad le da categoría de símbolo a esa aspiración. Vivimos así el frenesí del éxito material como ideología social. Una meta tan obsesa que el propio colectivo ha consentido tolerancias a los medios para lograrla. Se impone así la creencia de que el éxito es una vindicación a la que debe aspirar todo el que es parte de una sociedad desigual y pobre. De manera que quien sale de esa condición es aclamado como héroe, aunque para alcanzarla haya obrado como un verdugo social. 

En todo caso, lo que se busca es tener visibilidad en una sociedad de exclusiones; de ese objetivo el éxito es retrato y galería. Así, un profesional, artista o empresario que acredita su carrera con una buena instalación, marcas exclusivas de consumo, vehículos de lujo, membresía a clubes élites y residencias con villas de descanso, además de confianza, despierta devoción social. En esa lógica, los logros patrimoniales, aparentes o reales, califican tanto o más que el desempeño propio del oficio, porque el talento sin esas credenciales pierde simpatías y distinción; el éxito, en cambio, es una condición apetecida y seductora. 

Para Santiago Orrego, profesor chileno de antropología filosófica, es tal la reiteración entre el éxito y la fama que “la notoriedad, la visibilidad y la posición de privilegio” se afirman como las características distintivas del éxito. De esta manera, “aparecer en un medio de comunicación, un memorándum o la firma de un negocio, es algo así como un sustituto para la propia inmortalidad…”. 

Y es que el éxito no es tal si no se ostenta; es endémicamente exhibicionista. Para eso sirven las redes sociales, que lo mercadean de mil maneras y como razón lúdica de la industria del consumo más grande que haya conocido civilización alguna. Tal verdad prueba así su crudeza en una sociedad entretejida por un individualismo cada vez más desconectado de las necesidades comunes, ese que busca soluciones individuales a problemas colectivos. 

Y es que el éxito se ha confundido con otro concepto de mayor altura: la realización. Así, mientras el éxito es un balance favorable de lo que hacemos o tenemos, la realización atiende a la búsqueda de lo que existencialmente queremos ser. El éxito es una construcción material y objetiva; la realización, una comprensión más integral y subjetiva. La realización supone una armonización de propósitos interiores de existencia; el éxito, el logro de metas culturales de progreso. 

La felicidad es un estado más colindante con la realización que con el éxito. Desde la concepción aristotélica (eudemonismo) supone alcanzar las metas propias dentro de un colectivo humano a través de la virtud. En su relación con el éxito, a Ralph Waldo Emerson se le atribuye haber dicho que desde el éxito se obtiene lo que se desea; desde la felicidad, se disfruta lo que se obtiene. En todo caso, asumir el éxito como un fin en sí mismo y sin perspectiva de influencia en el bienestar de los demás es una actitud o logro que no agrega valor social. Es una campana sin eco…

Se impone así la creencia de que el éxito es una vindicación a la que debe aspirar todo el que es parte de una sociedad desigual y pobre. De manera que quien sale de esa condición es aclamado como héroe, aunque para alcanzarla haya obrado como un verdugo social. En todo caso, lo que se busca es tener visibilidad en una sociedad de exclusiones; de ese objetivo el éxito es retrato y galería.

Abogado, académico, ensayista, novelista y editor.